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jueves, 21 de marzo de 2013

Historia romántico juvenil cacaomentaloide, o de cómo escribir algo con cualquier cosa conforma se te va cruzando por la mente... (lo que viene a ser experimentar)

Cosquilleó en sus labios y estremeció el corazón. Ardió en sus entrañas y originó un suspiro. Aleteó en su piel y estremeció su mente. Y un anhelo se depositó en ella. Un fuego que ardía sin quemar, que dolía deliciosamente. Y su corazón gritaba, se revolvía y maldecía, más hirientes sus exigencias que las que el cuerpo clamaba, tenía a su mente esclava, vagando en entre mil ensueños y maquinando diez mil historias. Porque al final a eso se reducía todo, a sueños e historias, leídas o por contar, culpables de todo aquello...
Frustrada, dolida, anhelando aquello de lo que tanto escribían. Promesas, promesas... Y al final, una herida. Y de esa herida, en verdad, a nadie podía culpar, se la hacía ella misma cada vez que se permitía soñar despierta. 

Esa noche se había sentado como tantas otras en los bancos de madera al fondo del pequeño local, una posición que le permitía pasar desapercibida sin perder detalle de cuanto acontecía. Pero poco le importaba en verdad, realmente no había nada de su interés que mirar. Nada ni nadie que atrajese especialmente su atención, nada ni nadie que inspirase historias en su imaginación. Se preguntó en qué momento había empezado a ver en la gente y las escenas que llamaban su atención como algo potencial para sus historias, tanto las que escribía como las que solo transcurrían en su mente, en vez de simplemente como escenas o personas. Bueno, a ver, tampoco es que fuese siempre así pero...
Suspiró, se aburría, para variar. La música no estaba mal, sus acompañantes se divertían, pero su mente era incapaz de centrar la atención, si iba sin su permiso, no lo podía evitar... Se aburría. 
Suspiró nuevamente. 
Oh, vaya, había un chico junto a ella, ¿cuándo había llegado? La sonreía... Tenía aspecto de agradable y joven caballero, justo como ella siempre había imaginado que sería el chico que algún día robaría su corazón, como en algunos de sus libros... ¿Cuándo había empezado a cuestionarse si realmente era lo que quería? Ah, sí, cuando había empezado a temer no encontrarlo... Lo había erigido casi más como un escudo que como una creencia real, y le estaba pasando factura... Lo notaba. Hubo un tiempo en que su corazón se habría desbocado ante la sonrisa que le dirigió el joven caballero, que habría tenido que morderse el labio para no sonreír como una tonta cuando le dirigió la palabra... Bueno, vale, todavía le pasaba lo primero y lo segundo... a ratos. Pero ya no funcionaba igual, era como algo roto, estropeado, su ilusión estaba ahí... Pero una parte de su mente parecía más que dispuesta a ahogarla. La romántica que se negaba a morir en ella deseaba al fin haber encontrado al fin lo que buscaba -como si realmente supiese lo que buscaba...- mientras que esa insidiosa mala sombra que al parecer se había aposentado en algún rincón de su ser en los últimos años comenzaba a ponerse nerviosa, haciéndola dudar, metiéndole miedo e instándola a desalentar a cualquiera, por muy caballero maravilloso que se viese a sus ojos. Era una sombra cobarde, que intentaba disimular su cobardía alegando cosas como "tal vez no sea correcto", "apresurarse es malo", "paciencia, paciencia...". Pero paciencia era algo que podía fácilmente ser pervertido por malas sombras como aquella. Al final, paciencia se convertía en constantes esperanzas aplastadas por las falsas "esperanzas" que la mala sombra creaba...
"Paciencia, paciencia... Seguro que este no es, te precipitas...".
Pero no era tonta, hacía tiempo que había asumido conciencia de esa especie de miedo que se autoinsuflaba cada vez que a su corazón le daba por aletear... A veces luchaba contra él, otras no... Y era obvio quién iba ganando...
¿Que tal no le gustase la idea del amor? ¿Que no estuviese hecha para eso? A quién quería engañar... era una romántica, se lo decían sus anhelos, sus ensoñaciones y los libros que era incapaz de dejar de leer por mucho que también tocase otros géneros... Por no decir las historias que pasaban por su mente...
Iba a hacer acopio de fuerzas, se negaba a ser una cobarde temerosa de cometer errores... Si no pruebas y te equivocas, ¿cómo vas a acertar?
Conversó con el joven caballero, hablaron de todo y de nada, se lo pasaron bien así... 
Era tarde, tenía sueño. ¿No se estaba pasando de cercana con aquel chico que acababa de conocer? ¿Y si no era él? ¿Y si se hacía falsas esperanzas? ¿No sería una bruja horrible si por culpa de su cercana actitud él se hacía esperanzas y resultaba que ella no le correspondía? Ay, ay, ay... 
A lo que se quiso dar cuenta, había vuelto a poner excusas... y se estaba de camino a su casa sin dejar al muchacho manera alguna de contactarla... Ay, ay, ay... 
En fin, bueno, ahora era el momento en que cavilaba sobre ello, sobre el por qué de su actitud, se reprendía, se enfadaba consigo misma, decidía que tenía que hacer algo al respecto...
Pero, ¿y si en verdad no era el amor lo que anhelaba? ¿Y si simplemente se dejase llevar sin buscar a alguien especial? ¿Y si...? ¿Y si...? ¿Y si...?
Y vuelta a empezar...

Y para compensar vuestra paciencia mucho tiempo libre por leer esto, una foto :D ¡Una foto que tenía por ahí de algo que comí hace la tira de tiempo! ¿A quién no le gusta la tarta?

1 comentario:

Cascabel dijo...

Igual que se ven historias por donde se mire, uno ha de ser capaz de crear sus propias historias, darles pie a que empiecen y saber encaminarlas un poquito hacia el desenlace... aunque el nudo es lo realmente interesante así que mejor... hacia el nudo que se desea.
Si uno solo se dedica a esperar y fantasear verá como los años pasan de largo y con ellos las posibles historias. Hay que atreverse a arriesgar y una vez se arriesga, seguir arriesgando hasta ganar o perder, y vuelta a empezar...
Consejo de alguien que lleva demasiados años encerrado en sus historias...