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martes, 16 de marzo de 2010

Los encantos de no saber qué escribir...

Sé que suena un tanto contradictorio, confuso e ilógico, pero todo puede tener su encanto según como se mire.
Al no saber que escribir, pero teniendo la necesidad de hacerlo, cosa que a mí me sucede en ocasiones, primero se siente frustración, algo no especialmente agradable. Pero precisamente por la mente comienza a trabajar, en la búsqueda incesante de algo que plasmar en palabras. Comienzan a pasar por la mente imágenes, ideas y frases inconexas, la imaginación entra entonces en escena. Yo suelo pensar en sueños, imagino situaciones en las que yo aparezco, pueden comenzar como algo normal, incluso cotidiano, y tergiversarse hasta hacerse fantástico e imposible, como recien salido del más fantasioso sueño o de la pesadilla más grotesca. Lo cual no significa que todas las pesadillas sean grotescas, ¿quién no ha sentido una punzada de temor ante la perspectiva de perderse y no ser encontrado, a veces ni por uno mismo, o hasta por algo tan simple como los resultados finales en las notas del curso?
Pero no nos desviemos del tema, ¿qué estaba diciendo?
Ah, sí.
Es en la búsqueda por encontrar algo sobre lo que escribir, para aplacar esa irritante frustración nacida de una necesidad surgida en el momento tan tonta como la de escribir, cuando la imaginación pone en marcha los engranajes de su mecanismo. Una vez escogida una situación y tranformada en algo irreal y fantástico, suelo sustituir a mi persona por un personaje nacido en la creatividad del momento, o quizás extirpado de alguna de las historias que deseché tras su creación, o simplemente dejé olvidada a la espera de concluir.
Teniendo la base de la historia y el personaje principal, el resto puede surgir sobre la marcha. Y con la mirada fija en la nada y mi mente centrada en un relato que tan solo yo puedo escuchar, llega el momento de dar a conocer dicho relato.
Bolígrafo en mano, la historia comienza a cobrar vida sobre el papel, mientras las imágenes pasan por la mente. El movimiento de muñecas se detiene brevemente, en busca del nombre, la palabra, la frase adecuada.
Y así hasta que la escritura se da por por terminada, ya sea por el momento debido a que las palabras se resisten a salir, lo que se diría un tapón creativo o una ausencia de inspiración, o porque la historia tiene ya conclusión definitiva.
Pero no siempre son historias lo que surgen cuando una no sabe qué escribir, pero siente esa extraña necesidad. A veces surgen en consecuencia textos como este.
Y he aquí los encantos de no saber qué escribir...

domingo, 14 de marzo de 2010

Otra encuesta y más libros

Empezaré, como no, con los resultados de la última encuesta: ¿Qué tipo de dulces prefieres?
En primer lugar, con 2 votos, el 50%, tenemos el chocolate, supongo que este era un ganador más que obvio.
Compartiendo el segundo puesto, con un voto, el 25%, los dulces de fresa y los de nata, siendo este último el eterno rival del chocolate.
Los olvidados y sin ningún voto son todos los restantes: los de huevo, con frutos secos, los de limón y los de menta.
Y ahora, hablaré sobre mi última lectura, la cual me fue prestada por una amiga. El libro en cuestión habla sobre malformaciones y anomalías del ser humano, la realidad tras mitos tales como el del vampiro, el licántropo o la sirena (sirenomelia). La historia de personas con neurofibromatosis (elefantismo), hipertricosis (supuestos hombres lobo, hombres perro y mujeres barbudas), siameses y hermanos parásitos entre otros. Historias muchas de ellas sobre como se han explotado desde épocas antiguas y no tan antiguas en circos y museos, como seres extraordinarios, olvidando casi siempre que eran humanos, e incluso inventando orígenes e historias para hacerlos aun más fantásticos. Pero no todo eran dramas, que haberlos los hubo, había historias de final feliz, gente encantada de la vida que tenía.
El libro es "Seres extraordinarios", de Manuel Moros.
También quisiera hablar sobre un libro que leí hace un año a más, y sobre el cual, para mi sorpresa, parece ser que aun no he hablado. Se trata de "Un trabajo muy sucio" de Christopher Moore.
"Charlie Asher es dueño de un edificio en San Francisco, tiene una tienda de objetos de segunda mano y está casado con una mujer guapa e inteligente que lo quiere por ser tan normal. Sí, a Charlie le van bien las cosas... hasta el día en que nace su hija, Sophie. Justo cuando se dispone a irse a casa, ve junto a la cama de su mujer a un extraño que asegura que nadie debería poder verlo. Pero Charlie lo ve y, de ahí en adelante, comienzan a suceder cosas muy raras: la gente cae muerta a su alrededor, cuervos gigantes se posan en su edificio y parece que, allá donde va, oye susurros de una presencia siniestra. Sí, Charlie ha sido reclutado para un trabajo desagradable pero muy necesario: la Muerte. Es un trabajo sucio. Pero alguien tiene que hacerlo."
Un libro con el cual las risas están aseguradas.