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martes, 10 de febrero de 2009

Un libro y un poema


Para empezar, os voy a presentar el último libro que he leído. Se trata de Niyura, la corona de los elfos. Cuya autora es Jenny-Mai Nuyen.

"Cuando los caminos de los elfos se separaron, Elrysjar, la corona de piedra de su soberano, también se dividió entre quienes partieron hacia el Reino de los Bosques y los que marcharon a las Tierras de Aluvión. De la corona se dice que vuelve a su portador invencible, un poder que, de recaer en un humano, pondría en peligro el destino de los elfos..."

Este es uno de esos libros que a conseguido tenerme horas enganchada.
Y ahora, aquí os dejo otro poema de mi puño y letra (y esta vez si que rima).

Algún día quizás,
en algún lugar lejano,
regresen a la vida
las leyendas del pasado.
Sirenas tras los corales
entonarán sus cantos,
tesoros de los mares,
atraerán incautos.
Reyes de la noche
serán los nigromantes,
ocultos por la bruma
emplearán sus artes.
Realizarán mil travesuras
las pilluelas hadas,
que encararán los vientos
con sus hermosas halas.
Despertarán en la noche
los vampiros sedientos,
en busca de la sangre
correrán los no muertos.
Espero que me dejéis un comentario con vuestra opinión.

domingo, 8 de febrero de 2009

Juego de niños


Este es el último libro que he laído, fue uno de mis regalos de cumpleaños, la autora es Carmen Posadas.

"La historia comienza con una escritora de thrillers que está escribiendo una novela en la que se investiga la muerte de un niño. Poco a poco, Luisa se da cuenta de que el argumento de su libro tiene mucho que ver con un episodio oscuro que tuvo lugar en su pasado y que, además, parece estarse repitiendo en la vida de su hija."

Una historia que habla sobre como el ser humano nace predispuesto al mal, como los niños, en su inocencia, no entienden de límites, hasta el punto de matar por simple envidia, por el deseo de ser amados por la única persona que no los ama...

martes, 3 de febrero de 2009

No hagas tratos con muñecas


He aquí una historia de mi propia creación.

"Todo aquel que la veía comentaba lo bonita que era Claire. Su pequeño y frágil cuerpecito, envuelto en un antiguo vestido de terciopelo azul marino, con encaje blanco y una rosa de satén color crema en el pecho, sobre sus largos y rubios bucles descansaba un lazo de satén azul marino con una rosa idéntica a la del vestido, su rostro de facciones redondeadas, sus ojos azul celeste, su naricita y su rosada boquita de piñón.
Una adorable belleza congelada en el tiempo.
¡Ay! Con que gusto lo cambiaría Claire por ser como las niñas que en ocasiones se dejaban ver por la tienda. Pero que triste y aburrido resultaba ser una muñeca de porcelana. Tantos años en una de las polvorientas estanterías de aquella vieja tienda de antigüedades.
Pero aquel parecía ser su día de suerte. Frente a ella había un hombre de unos cuarenta y pocos años que parecía verdaderamente interesado en ella.
-Disculpe -llamó la atención del viejo y decrépito dependiente-, ¿cuál es el precio de esta muñeca?
-Tiene usted muy buen gusto -le dijo el dependiente mostrándole una sonrisa desdentada-. Se trata de una muñeca muy bonita y muy bien conservada para lo antigua que es. ¿Es usted coleccionista?
-No, que va. Es que es el cumpleaños de mi hija y se me ocurrió que sería un buen regalo.
-En mi humilde opinión, se trata de una excelente elección. Y por tratarse de un regalo de cumpleaños, se la dejo en tan solo 34 euros.
El hombre miró dubitativo la muñeca, finamente asintió y saco su cartera.
-Muy bien, la compro. ¿Me la puede envolver para regalo?
-Si, por supuesto -el dependiente cogió la muñeca y se dirigió a la caja registradora-. El nombre de la muñeca es Claire -dijo mientras la guardaba en una caja que, a continuación envolvió con papel rojo-. No le recomiendo que se lo cambie, podría enojarse.
El hombre rió y el dependiente enlazó una cinta plateada alrededor del paquete.
-Aquí tiene -dijo entregándoselo al hombre.
-Muchas gracias -se despidió el hombre.
-A usted -le respondió el dependiente-. Vuelva cuando quiera.
Claire comenzaba a impacientarse cuando por fin la sacaron de aquella prisión de cartón y plástico de embalaje. Se encontraba en las manos de una chica de unos trece años que la miraba con cara rara.
-Y bien, ¿qué te parece? -le preguntó su padre.
-Es una muñeca -se limitó a decir la chica.
-De pequeña te encantaban, y como su color de pelo y sus ojos son similares a los tuyos, pensé que sería un buen regalo. ¿No te agrada?
La chica se mordió el labio. Era evidente que no le hacía ninguna gracia, pero tampoco quería echar por tierra la ilusión que su padre había puesto en aquel regalo. Así que optó por hacer lo que haría cualquier otra en su situación.
-Pero que dices, si me encanta. Quedará genial en mi cuarto -miente la chica.
-No te imaginas como me alegra oir eso. La muñeca se llama Claire -añadió su padre.
Una vez en la habitación de la chica, que al parecer se llamaba Julia, Claire se vio arrojada contra la cama.
-Claire -bufó Julia-. Mejor algo como... no sé, Rosemary. Eso es. Rosemary, viejo y cursi como tú -profirió una risita irritante-. Pero como se le ocurre regalarme una muñeca cuando acabo de cumplir trece años.
Aquello ofendió profundamente a Claire. ¿Cómo se atrevía esa niñata, no solo a despreciarla, sino, además, a cambiarle el nombre? Si al menos pudiese moverse o, simplemente, poder hablar... ¡Qué terrible ser muñeca!
Al anochecer, Claire se encontraba en una de las estanterías junto a la cama, obsevando como Julia admiraba frente al espejo como su cuerpo seguía cambiando con el paso de niña a mujer.
Como la envidiaba Claire, ella, la eterna niña que ni siquiera podía pestañear, nunca podría disfrutar de cambios como aquellos.
De pronto Julia profirió un grito.
-¡No, no, no! ¡Un grano! ¡Me ha salido un grano! -efectivamente, en el lado izquierdo de su mandíbula se distinguía un pequeño grano.
Cuanto algarabío por un granito de nada, pensó Claire.
Julia miró a la muñeca dispuesta a descargar su frustración contra ella.
-¿Y tú que miras? Con tu preciosa carita inmaculada. Tú nunca tendrás que lidiar con problemas como este -soltó un gritito de irritación-. En estos momentos me cambiaría por ti si aceptases.
Y, sintiéndose estúpida por hablar con una muñeca, se echó sobre la cama y se cubrió con las sábanas.
Nada más despertar, Julia tuvo un extraño presentimiento.
Intentó moverse y comprobó con horror que le era imposible, ni siquiera podía abrir la boca para gritar.
Miró a su alrededor y se percató de que estaba sentada en una de las estanterías que había junto a su cama. Todo parecía más grande, peor, ¡ella había encogido!
Vio movimiento bajo las sábanas de su cama. La intrusa se irguió y sonrió a Julia. Lo que vio la horrorizó aún más si cabe, ¡la intrusa era una versión de carne y hueso de Claire!
Claire se acercó a Julia y le susurró:
-Trato hecho.
Y salió de la habitación, feliz porque al fin veía cumplido su gran sueño.
Julia no tardó en comprender lo que ocurría. Ahora estaba condenada a ser una muñeca hasta que alguien aceptase hacer un trato con ella... "
Espero que os halla gustado y me dejéis algún comentario con vuestra opinión.